LA CONQUISTA DEL MONT BLANC
El dedo de Jaques Balmat señala a Horace-Bénédict de Saussure el punto exacto en el que, en los días claros, la cumbre del Mont-Blanc se reconoce desde la plaza Balmat, en Chamonix.
Esta estatua conmemora, al mismo tiempo, la primera ascensión al Mont-Blanc y los inicios del alpinismo.
Fue Balmat, un cazador de rebecos y cristalerista de Chamonix quien, en compañía del médico local Michel Gabriel Paccard, holló cumbre por primera vez en el mítico Mont-Blanc el 8 de agosto de 1786, ambos movidos por la recompensa ofrecida por el científico ginebrino Saussure, a las primeras personas que coronaran la mítica montaña.
Sin piolet ni crampones ni cuerdas, la ascensión fue una gesta épica que apunto estuvo de costar le la visión a Balmat, quien estuvo cerca de quedarse ciego por el resplandor del sol en la nieve.
Las noticias de la exitosa expedición corrieron como la pólvora y movieron a alpinistas de todo el mundo hasta Chamonix, ansiosos ante la posibilidad real de repetir cumbre en la montaña más alta del continente europeo.
Entre ellos, el propio Horace-Bénedict de Saussure quien, un año después, volvió a hacer cima acompañada de Balmat y de otras 18 personas, que fueron clave para poder realizar algunos experimentos en la cumbre, entre ellos, el que dictaminó la altitud del coloso europeo: 4809m.

